Obama reelecto: ¿Quién ganó en América y el Medio Oriente?

Tras su bien trabajada victoria electoral el reelecto presidente Barack Hussein Obama enfrenta retos para reconocer y afianzar sus alianzas tanto en el plano doméstico como en el plano de política exterior.
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An American supporter of President Barack Obama holds a flag and sports a T-shirt which has a portrait of Obama and a phrase that reads 'Bangalore has hope' during a screening of U.S. elections coverage organized at a restaurant over breakfast in Bangalore, India, Wednesday, Nov. 7, 2012. Obama captured a second White House term, blunting a mighty challenge by Republican Mitt Romney as Americans voted for a leader they knew over a wealthy businessman they did not. (AP Photo/Aijaz Rahi)
An American supporter of President Barack Obama holds a flag and sports a T-shirt which has a portrait of Obama and a phrase that reads 'Bangalore has hope' during a screening of U.S. elections coverage organized at a restaurant over breakfast in Bangalore, India, Wednesday, Nov. 7, 2012. Obama captured a second White House term, blunting a mighty challenge by Republican Mitt Romney as Americans voted for a leader they knew over a wealthy businessman they did not. (AP Photo/Aijaz Rahi)

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Tras su bien trabajada victoria electoral el reelecto presidente Barack Hussein Obama enfrenta retos para reconocer y afianzar sus alianzas tanto en el plano doméstico como en el plano de política exterior.

En el plano doméstico la victoria del presidente sirvió para reafirmar la consolidación del poder de minorías como por ejemplo los hispanos y los musulmanes. Un estudio comisionado por el Consejo de Relaciones Islámico-Americanas (CAIR por sus siglas en inglés) titulado "Los Votantes Musulmanes Americanos y las Elecciones de 2012: Un Perfil Demográfico y Encuesta" reflejó la intención de más de dos terceras partes de los musulmanes votarían por el Presidente Obama y más de la mitad de los musulmanes opinaron que el Partido Republicano era antipático para con los musulmanes. Indudablemente minorías identificables como los hispanos y los musulmanes americanos contribuyeron a la victoria del presidente en varios estados determinantes o "swing states"; como Ohio y Florida.

El resultado de estas elecciones muestra la intención del electorado de repudiar las agendas exclusivistas de alegadas elites étnicas, religiosas y económicas. Ello ha quedado evidenciado no sólo con la derrota del aspirante Romney sino también con otros resultados que afirman el rechazo a los portavoces del odio y xenofobia. Sólo por mencionar algunos. Allen West, el reconocido islamofóbico congresista de la Florida perdió su escaño con Patrick Murphy.

La pasada aspirante a la candidatura presidencial, la congresista Michelle Bachman, reiteradamente apeló al apoyo del electorado hiper-conservador pretendiendo ganar su simpatía presentando reiterados discursos islamofóbicos e incluso haciendo acusaciones infundadas asosciaando con vínculos terroristas a funcionarios íntegros como Huma Abedin, ayudante especial por varios años de la Secretaria de Estado Hillary Clinton. En cuanto a Bachman hoy su candidatura pende de un hilo cuando aventaja a su contrincante con una insignificante mayoría.
Póngase en turno el congresista Peter King (R-NY), quien condujo reiteradas vistas congresionales persiguiendo estereotipar la comunidad musulmana americana. En estas elecciones resultó re-electo pero ahora en la medida que no ajuste su acercamiento a las minorías religiosas anticipo que también su turno de recibir el rechazo electoral también le llegará.

Lo cierto es que la agenda divisoria y de odio del Tea Party ha quedado herida de muerte. Ello demuestra que es otra la composición social de la nación norteamericana donde los hispanos y otras minorías sí cuentan. La sociedad apuesta por mayores niveles de tolerancia y convivencia con las minorías. En estas elecciones la sociedad gritó ¡Basta!; al discrimen por raza, sexo, religión, origen racial. El divorcio del Partido Republicano y sus líderes de las causas y aspiraciones de las minorías étnicas le costó ese mínimo de votos que necesitaba para tomar las riendas del país.
En cuanto a la política exterior del Medio Oriente anticipamos que la victoria del presidente Obama no debe significar cambios significativos en las políticas establecidas hasta el momento. Es predecible que el presidente extenderá su política actual en la región del Oriente Próximo pero cuidemos de mantener abierta la posibilidad de que, dado el caso de ya no es candidato a reelección, se permita a sí mismo abrir una ventana en la que ejecute algunos cambios; si así lo deseare.

El presidente Obama tiene ahora la oportunidad histórica de honrar su Premio Nobel de la Paz terminando ávidamente la guerra en Afganistán. Una guerra de ocupación sin sentido que es el conflicto bélico más longevo en las historia de los Estados Unidos. Igualmente debe honrar ese mismo premio manteniéndose firme en no morder el anzuelo de guerra que le tiende insistentemente Israel para que Estados Unidos entre en otro conflicto bélico en Medio Oriente; esta vez con Irán.

Obama debe hacer cumplir su promesa de acercamiento al Mundo Islámico implementando una agenda seria y comprometida para lograr la justicia con la nación Palestina. El apoyo incondicional a las políticas israelíes en el conflicto Palestino - Israelí aún cuando las mismas sean contrarias al derecho internacional, como es el caso de la constante expansión de asentamientos por colonos judíos en el Margen Occidental; ha afectado y seguirá afectando la percepción de los EE.UU. con el mundo islámico. Sin un compromiso con la justicia es imposible hablar, negociar y lograr la paz. La situación hoy es más compleja, pues el reciente apoyo abierto del Primer Ministro israelí Netanyahu al candidato Romney durante la campaña presidencial es un trago amargo que seguramente aún le amarra la lengua al reelecto presidente.

Obama enfrenta retos de instaurar nuevas relaciones saludables con los países del Medio Oriente, específicamente aquellos tocados por la primavera árabe y en otros donde aún salen pueblos a la calle a reclamar por sus derechos y la democracia. El caso más grave es el de Siria donde el tirano de Al Assad sigue masacrando decenas de miles y desde el poder burla las agencias internacionales, como la ONU, que se han mostrado incapaces de alguna forma evitar la muerte y destrucción. ¿Cómo piensa responder el Presidente a los otros pueblos de la región, como en Bahréin y Kuwait, donde reprimen brutalmente a quienes se lanzan a la calle reclamando libertad? ¿Cambiará su política del ensordecedor silencio?

No sabemos si en realidad Obama tendrá la disposición y voluntad de alejarse de las políticas tradicionales que por décadas aliaron al país a dictadores y tiranos de la región. Es imperativo que el Presiente trabaje de cerca con los gobiernos emergentes para que no establezcan instituciones estatales alejadas de políticas bilaterales beneficiosas para ambos países. Políticas que les ayuden a construir sus nuevas instituciones dándole espacio a las diferencias históricas, políticas, culturales y religiosas entre esos países y los EE.UU. Ojalá en este nuevo término presidencial Obama pueda darse cuenta que con aislamiento, bombardeo de aviones no tripulados y con guerras de ocupación no se hacen amigos ni aliados. Sólo así hará la diferencia implementando realmente el "cambio" que prometió en su primer término; y cumpliendo con "moverse adelante", como ha prometido en esta campaña.

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